北京

Continuamos el viaje navideño en compañía de mis cuñados. La siguiente parada y donde estrenamos el año 2009 es la grandiosa Pekín.


A pesar del rifi-rafe inicial con el taxista del aeropuerto (pensábamos que quería timarnos porque a los 80RMB que habíamos negociado añadió las tasas del aeropuerto), se nos quitaron todos los males cuando llegamos a los hutong, las callejuelas, los restaurantes sucios y el olor a brochetas de cordero hiperespeciadas y picantes... Olía a hogar, a nuestro Xi’an. Un chino viejuno la mar de majo (tiene guasa que siga diciendo “un chino” y no sencillamente “un señor”) cargó nuestras maletas en su bici-remolque y nos llevó a nuestros aposentos en Red Lantern House (sito en ZhengJue Hutong, XinJieKou NanDaJie, dicho asín de carrerilla).

Más típico imposible. Se respiraban años de historia pero ante todo... FRÍO. Narinas anestesiadas y dedos rojos desde el minuto uno. En el patio cuadrado que había que atravesar para ir a la ducha/wc colgaban unas estalactitas que ni las cuevas del Águila. En tales circunstancias, te despiertas a las 2AM con ganas de orinar y, ¿qué eliges, salvar tu vejiga o la muerte? Posiblemente la muerte. Afortunadamente, los chinos están preparados para esta clase de cosas. Por ejemplo, té verde hirviendo que con el contraste te hace una costra instantánea en los labios.太好了!

En Pekín hice nuevos amigos, se llaman sabañones. A -11ºC, dos pares de guantes y dos pares de medias debajo de los pantalones parecen no ser suficientes. Qué horror, no sabía ya que hacer con la hinchazón y el picor en los dedos. Cuanto más me rasco, más me pica. Debo de tener la sangre anormalmente espesa porque todos se quejaban del frío pero yo fui la única que crió sabañones. Francamente, la posguerra española debió de ser jodida.

Por suerte no todo fueron encuentros desagradables, ya que la mitad de 西工大 se vino a Pekín a pasar la Nochevieja en el bar Lotus Blue, uno de tantos frente al lago Houhai (海).

Antes, Vero, Alex, Jul y yo cenamos en el Red Capital Club, antigua residencia de un alto funcionario del Partido. No sé cuánto tiempo caminamos y callejeamos y preguntamos a la gente para encontrarlo porque está rematadamente escondido en la única calle del centro de Pekín a la que no llega el alumbrado público. Hubo un momento de tensión... ¿habrá cerrado el restaurante? ¿Nos asaltarán en la próxima esquina? Ya sabemos todos que Lonely Planet no destaca por estar actualizada...


Pero llegamos. El restaurante es caro de narices, pero valió la pena y lo pasamos muy bien (cuidado si eres alérgico a los gatos porque tienen uno que gusta de restregarse contra las medias de 60den).

La entrada en el año 2009 fue curiosa. Pidieron a escondidas 12 uvas a los del restaurante, salimos escopetados y la cuenta atrás nos pilló en el taxi de camino a Houhai. Me sacaron las uvas, Véro me cantó las campanadas divinamente con ayuda del iPhone (no sé qué historia de que está conectado por satélite y va puntualísimo). Y la cara del taxista mirando cómo engullía mis uvas no se paga con dinero. Qué raros que semos los 外国人 /wàiguorén/...

¡FELIZ 2009 DESDE PEKÍN CON AMOR!
新年快乐! /xin nián kuài le/


[Todas las fotos salvo la primera son de Alex Conrad]

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