Un día normal

Este es mi perrito. Bueno, en realidad es el perrito de una tienda de deportes de East Gate, pero pasamos a jugar con él de vez en cuando. Es demasiado mono para que nadie pueda comérselo, así que de momento estoy bastante tranquila.

El vídeo es de hace un mes; en la primera foto que le hice lo podías coger con una sola mano.

Para variar, una tarde de estudio en el Häagen-Dazs, que aquí es más que un puesto de helados, de la misma manera que Pizza Hut es un restaurante con camareros. Hay menú con postres más elaborados, sillones cómodos, gente mayor y respetable y precios cuasiparisinos (4 euros por un capuccino).
Después de pasar por el Bell Tower International Youth Hostel para intentar -en vano- informarnos sobre los tour a Tíbet, volvimos a casa con un taxista la mar de simpático. La aquí presente no sólo es una hablante de chinglish consumada sino que, volviendo en taxi anoche, el conductor se puso hablar conmigo y... ¡¡oh milagro!! Lo entendí. Sí, si, podéis reíros, pero creo que es mi conversación en chino más larga hasta la fecha. 你是那国人?你做什么工作?你喜欢中国吗?"¿De dónde eres? ¿A qué te dedicas? ¿Te gusta China?", y esa clase de banalidades que se pregunta a alguien que viene de la otra punta del mundo. Es curioso, porque los taxistas no suelen ser ni agradables ni parlanchines, pero éste dio coba durante todo el trayecto. Después de cuatro horas de clase diarias durante un mes, ¡se agradece ver que hay progreso! Él nos contó que él es musulmán, y que en Xian hay muchos (eso ya lo sabíamos), y se alegró mucho cuando Mehdi dijo que era marroquí. Todos contentos. Quien no se conforma es porque no quiere.

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