Lèshan

Imposible quedar indiferente ante semejante bestialidad de escultura. El Gran Buda de Leshan (乐山大佛), de 71m de altura, es el más grande del mundo. Teníamos dudas sobre si debíamos ir a Emei Shan o a Leshan y creo que tomamos la decisión apropiada en relación la cantidad de tiempo de que disponíamos.

La ciudad en sí, pequeña y repleta de tiendas de calzado y ropa, cuenta con la ventaja de que la tarifa base de los taxis es de 2RMB en lugar de los 6RMB de Xi'an. Tras el paseo de rigor por la montaña del buda (salpicada, cómo no, de puestos de comida y tiendas de jade) y ver la enorme campana de bronce, jardín de bonsáis, estanque de peces rojos, fuente del yin-yang, etc., comimos en el centro en un restaurante famoso por su variedad de platos a base de tofu (ese derivado de la soja con aspecto de queso blanco), y nos gustaron unos más y otros nada. Nos invitaron Antoine (hermano mayor de Jeff, que trabaja como profesor de inglés en un pueblo de la región) y su novia china, Lin Jing, que se emocionó mucho cuando saqué mi cuaderno y le leí algún párrafo en chino.

Para admirar la montaña del buda en todo su esplendor es muy recomendable tomar una embarcación (2RMB) que en dos minutos nos conduce a un montículo de tierra (llamarlo isla sería un piropo inmerecido) en medio del río. Esquivando feriantes de poca monta, vendedores de globos de helio y sillas de plástico de un chiringuito improvisado, pisamos metros y metros de cantos rodados y, con suerte, en la foto se apreciará la escala del Gran Buda (clic para agrandar):

Del resto de la "ciudad", poco más que destacar. Como viene siendo habitual, las calles más humildes y destartaladas son las que dan mejor cuenta de la vida china y son, por tanto, mis favoritas.


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