欢迎你们来中国

Como reza el título (/huanyíng nîmen lái zhongguó/, en fonética española macarrónica pronúnciese /juanyin nimen lae yonguo/), ¡bienvenidos a China!

Llegamos al aeropuerto de Pekín (北京). Recogimos las maletas (la mía con un asa y un trozo de plástico rotos) y para entrar en la zona de tránsito tuvimos que pasarlas por dos escáneres más (casi había más personal de seguridad que pasajeros). Después de preguntar un par de veces, descubrimos con qué compañía íbamos a hacer el trayecto (no había ningún mostrador de Air France, contrariamente a lo indicado por la agencia), y facturamos para la conexión con Xi'an (西安), la antigua capital del imperio. El exceso de equipaje facturado parece no ser un problema para los chinos, eso puede ser muy bueno o muy malo, según como se mire. En un nuevo control, nos quitaron del equipaje de mano los mecheros, unas tijeras (estaba convencida de llevarlas facturadas, ¡¡eran las de cortarme el flequillo!!) y... la botella de vino. Tendrían que habernos dejado pasar con ella, porque iba precintada en una bolsita de "aéroports de Paris", pero nos pudieron las dificultades lingüísticas y las ganas locas de llegar a la puerta de embarque.

En China Southern Airlines también nos dieron de comer y nos quedamos con ganas de probar algo que parecía leche y resultó ser zumo de coco (primera en la frente). El jetlag empezaba a hacer mella en nuestros cuerpos y creo que fui capaz de dormir un poco en el avión; para ser concreta, unos diez minutos. Al aterrizar no vi más que verdor y neblina.


El aeropuerto de Xian (Xianyang International Airport) da la sensación de estar en medio de ninguna parte. Un chino de la universidad (NWPU) y Jeff (estudiante francés de la UTBM) nos esperaban a la salida. El calor era sofocante y se pegaba a la piel. El paisaje desde el coche (que por cierto hedía a sudor y ambientador de pino) recordaba más a las imágenes de "Chernóbil: 20 años después de la catástrofe" o a las del terremoto de Sichuán: campo pajizo cubierto de escombros, el cauce de un río lleno de basura, chabolas a los lados de la carretera, a lo lejos bloques de pisos de hormigón (¿abandonados?) con los cristales de las ventanas rotos. Suciedad por todas partes. Todo tenía pinta de estar a medio hacer y de no haber organización ninguna. Los "obreros" (hombres y mujeres vestidos de calle y con las manos desnudas) picaban el suelo allí y allá, o pasaban un rastrillo o asfaltaban un metro cuadrado de carretera. De repente, podía aparecer un bloque de cemento de más de un metro en medio de la autopista, que había que esquivar con maestría, o una furgoneta se paraba a un lado (a dos metros del arcén)mientras sus ocupantes descargaban la vejiga.

No dije ni una palabra en todo el trayecto porque había mucho que observar y porque una frase se me atragantó en las cuerdas vocales: "Bienvenidos al Tercer Mundo". La China que nos enseñan no es la que hay. Pekín, Shangai, Shenzen, Hong Kong y Macao dan la cara, pero lo que no es costa está literalmente dejado de la mano de dios, y eso que Xi'an es la ciudad más grande e importante del interior (cuesta imaginar el resto). Como su nombre indica, un país "emergente" es un país que actualmente está hundido en el fango y que va salpicando motitas discontinuas de desarrollo, occidente y prosperidad. China es un país en "making of". Físicamente, a mi alrededor, nada hace sospechar que en sus miles de años de historia fuera cuna de conocimiento y cultura y modelo a seguir para otros países de Oriente (léase Japón). Los chinos deben de mirar a un saquito de pólvora y sentir lo mismo que quien encuentra una foto de cuando era más joven: orgullo y tristeza.

2 Comments:

  1. I´m not suspicious said...
    Ya ves... Yo tuve esa misma sensación el año pasao cuando llegué a la India.. Y eso que me fui a la capital económica del país...
    Mmmmm said...
    Amiga, me encantan leer tus andanzas pero me resulta un poco extraño que aparezcan las entradas 2 semanas después de su fecha de publicación (¿es q asfalto no, xo ya sabemos q en control son unos hachas). Despéjeme este interrogante y aliménteme más con sus palabras, son de 3 delicias!
    Ámote.

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